Historia del Estado de Hidalgo

Zona Arqueológica de Tula
Zona Arqueológica de Tula

 

ANTECEDENTES PREHISPÁNICOS.

 

La región en donde se establece hoy el Estado de Hidalgo quedaba comprendida dentro del área mesoamericana. Por su localización geográfica, el territorio fue paso obligado de las numerosas migraciones que, procedentes del norte del país, llegaron para establecerse especialmente en el Valle de México. Los Toltecas llegaron a Xochicoatlán, en el actual municipio de Molango, a principios del siglo VII para dispersarse por diferentes lugares, un grupo hacia Huejutla y el más numeroso hacia Tollatzingo, actual Tulancingo, para de ahí volver al oeste y fundar la que durante varios siglos habría de ser su capital Tollan, hoy día conocida como Tula.

 

 

Los pueblos de cultura Tolteca, fueron con el tiempo invadidos por los Chichimecas, que tuvieron como señorío principal dentro de Hidalgo, a Metztitlán. Los aztecas llegaron a Tula y se establecieron en Mixquiahuala en el siglo XII, fundando años más tarde Tizayuca. En Hidalgo edificaron Tepehuacán y conquistaron Patlachihuacán, actual Pachuca; Ahuizotl llevó su conquista hasta Huejutla y en un corto periodo de tiempo, la región hidalguense pasó a formar parte del Imperio Azteca. .


San Francisco Tepeaplco
San Francisco en Tepeapulco

ANTECEDENTES COLONIALES.

 

Las expediciones militares que arribaban a la Nueva España fueron pagadas por quienes participaban en ellas, por tanto decidieron que en recompensa de su labor sería justo repartirse México como un botín, así Hernán Cortés había reservado para él la zona de Otumba – Tepeapulco y de Ecatepéc – Tizayuca y un vasto territorio al sur de la Ciudad de México.

 

En los tiempos de la conquista, la religión, que en las sociedades prehispánicas había sido un elemento esencial para dominar grandes grupos humanos, servía también a los españoles en la colonización de los pueblos indígenas, bajo la justificación de su conversión al cristianismo, ya que los frailes no solo buscaban adiestrar a los indios en nuevas artes, sino que tenían que ganarlos como nuevos fieles a la religión o como se decía antes, a evangelizarlos.

 

El arribo de los españoles abrió una etapa histórica decisiva en la evolución del Estado. Las relaciones sociales y económicas cambiaron. Un nuevo orden político y una nueva religión se impusieron. Nacía una nueva cultura. La imposición costó grandes y penosos sacrificios a los grupos indígenas conquistados. También significó riesgos, arrojo y tenacidad a los conquistadores. Un ejemplo del esfuerzo patente lo protagonizaron los frailes que predicaban el cristianismo. Este proceso de sometimiento y resistencia dio como resultado una cultura mestiza, muchos de cuyos rasgos caracterizan actualmente a la sociedad hidalguense.

 

Después del enfrentamiento inicial, los conquistadores se adueñaron de las riquezas o de las fuentes que podían producirlas, esto es, de la tierra y del trabajo indígena. En el siglo XVII, y ante el mayor descenso de población indígena de nuestra historia, ocurrieron cambios fundamentales en la economía.